La educación preescolar es la primera fase de la educación básica. En esta fase inicial, se busca que el niño se desarrolle a nivel cognitivo, emocional, motor y social en un entorno pacífico, seguro y de bienestar. La educación emocional, reconocida por muchos como base para la construcción del Ser, es fundamental para el crecimiento (Fonseca, 2016; López Cassà. 2005). Es en la infancia cuando los circuitos emocionales nos hacen más aptos --o ineptos-- en los aspectos básicos de la inteligencia emocional (Goleman, 1997). Sin embargo, la educación emocional está muy infravalorada en varios niveles educativos. En los últimos años, la investigación se ha centrado en temas de inteligencia emocional y el papel de las emociones en la educación (Goleman, 1997; Bisquerra, Pérez-González y García Navarro, 2015). La importancia de trabajar las competencias emocionales desde los primeros años de vida, así como el papel de las prácticas educativas como vehículo de aprendizaje que permite regular las emociones y, en consecuencia las actitudes y comportamientos que de ellas surgen, es aún poco estudiado en las edades más temprano.